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Cita bíblica:
«Porque lo visible es temporal, pero lo invisible es eterno.» – 2 Corintios 4:18b
Reflexión:
En nuestra vida cotidiana, es fácil quedar atrapados en la inmediatez de las circunstancias. Sin embargo, cuando cultivamos una visión de eternidad, todo cambia radicalmente. Nuestras dificultades ya no son montañas insuperables, sino oportunidades para crecer en fe. En primer lugar, debemos entender que todo lo que vemos con nuestros ojos físicos es temporal, mientras que lo que percibimos con los ojos de la fe tiene un impacto eterno. Por lo tanto, cuando enfrentamos desafíos, no estamos simplemente «aguantando», sino construyendo un testimonio que trasciende nuestro tiempo en la tierra.
El apóstol Pablo ejemplifica perfectamente esta visión de eternidad. A pesar de enfrentar naufragios, azotes, prisiones y toda clase de adversidades, mantuvo su mirada fija en lo eterno. En 2 Corintios 4:17, declara: «Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria». Pablo no veía los azotes como simple dolor, sino como medallas de honor en el reino celestial. Mientras construía iglesias, no estaba simplemente organizando reuniones temporales; estaba edificando el cuerpo eterno de Cristo. Su perspectiva transformó cada cadena en una oportunidad para avanzar el evangelio y cada prisión en un púlpito desde donde predicar la verdad eterna.
¿Cómo cambia tu actitud cuando ves tus tareas diarias desde una perspectiva eterna? No estás simplemente criando hijos; estás formando discípulos para el Reino. No solo trabajas en una oficina; estás siendo luz en un espacio donde Dios te ha estratégicamente colocado. La manera como percibes lo que haces determina directamente cuánto perseverarás en tiempos difíciles.
Cultivar una visión de eternidad no es un ejercicio de imaginación, sino un cambio profundo de perspectiva que transforma nuestra realidad presente. Cuando vemos nuestras vidas a través del lente de la eternidad, las prioridades se reordenan naturalmente. Lo urgente cede paso a lo importante, las distracciones pierden su poder y nuestras decisiones adquieren un peso trascendental. Al final, no se trata de cuántos ladrillos colocamos o cuán altos construimos nuestros muros, sino de cómo cada pequeña acción contribuye al plan maestro de Dios que permanecerá para siempre, mucho después de que nuestras construcciones terrenales hayan desaparecido.
Desafío del Día:
Actividad práctica: Hoy, te invito a realizar este ejercicio: toma un papel y escribe tres actividades cotidianas que realizas, y al lado de cada una, anota cómo estas impactan la eternidad. Este simple acto te ayudará a transformar tu perspectiva de lo temporal a lo eterno.
Oremos juntos:
Padre Celestial, abre los ojos de mi corazón para ver más allá de lo temporal. Ayúdame a construir no solo para el presente, sino para la eternidad. Que cada decisión, cada acción y cada palabra mía esté alineada con tus propósitos eternos. Dame sabiduría para invertir mi tiempo, talentos y tesoros en aquello que permanecerá. Transforma mi visión para que, aun en medio de las tormentas, pueda ver el rascacielos eterno que estás construyendo a través de mi vida. En el nombre de Jesús, amén.
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