Cita bíblica:
1 Corintios 10:23, «Todo me es lícito, pero no todo conviene»
Reflexión:
En nuestra vida cristiana, constantemente enfrentamos decisiones que, aunque permitidas, requieren discernimiento. Como nos recuerda Pablo en 1 Corintios 10:23, «Todo me es lícito, pero no todo conviene». Estas palabras son especialmente relevantes cuando consideramos la música que escuchamos. En efecto, tenemos la libertad de elegir, sin embargo, debemos preguntarnos si nuestras elecciones nos acercan a Dios o simplemente satisfacen deseos momentáneos. La música secular no está prohibida, pero necesitamos evaluar su impacto en nuestra espiritualidad, pues lo que alimenta nuestra mente eventualmente moldea nuestro corazón.
La Biblia nos ofrece ejemplos poderosos sobre la influencia de lo que permitimos entrar en nuestra mente. Pensemos en Daniel, quien decidió no contaminarse con la comida y el vino del rey (Daniel 1:8). Aunque legalmente podía consumirlos, eligió abstenerse para mantener su pureza espiritual. De igual manera, David comprendía el poder de la música, utilizando su arpa para calmar el espíritu atormentado del rey Saúl (1 Samuel 16:23). La música tenía —y tiene— un profundo efecto espiritual. Estos ejemplos nos enseñan que debemos ser intencionales con lo que permitimos influir en nuestras vidas, reconociendo que algunas cosas, aunque permitidas, pueden alejarnos de nuestro propósito divino.
¿Puedes escuchar música secular? Ciertamente es tu libertad, pero la pregunta crucial es: ¿te edifica lo que estás escuchando? ¿Te acerca más a Dios o te incita hacia comportamientos pecaminosos? Cuando las letras hablan de desamor, infidelidad, perversión u odio, ¿qué mensaje estás permitiendo entrar en tu vida? Quizás has notado cómo una canción puede cambiar repentinamente tu estado de ánimo; la música influye en tus emociones más de lo que imaginas. Si continuamente llenas tu mente con estos mensajes, gradualmente se reflejarán en tu actitud, contrario a lo que Dios desea para ti. Filipenses 4:8 nos exhorta a pensar en todo lo verdadero, noble y digno de alabanza.
Al final, nuestras elecciones musicales reflejan prioridades espirituales. No se trata de legalismo sino de sabiduría práctica. Cuando elegimos conscientemente qué melodías y letras permitimos que resuenen en nuestra mente, estamos ejerciendo mayordomía espiritual. La música tiene el poder de elevarnos hacia lo divino o arrastrarnos hacia lo mundano. Como seguidores de Cristo, estamos llamados a una vida de excelencia que glorifique a Dios en cada aspecto. Permitamos que el Espíritu Santo guíe nuestras preferencias musicales, recordando que nuestra libertad en Cristo no es una licencia para la indulgencia, sino una oportunidad para honrarle con discernimiento, buscando siempre lo que edifica y no simplemente lo que está permitido.
🙏Oremos Juntos:
Padre Celestial, dame sabiduría para discernir lo que alimenta mi espíritu. Ayúdame a elegir música que glorifique tu nombre y edifique mi fe. Que mis oídos estén atentos a melodías que eleven mi alma hacia ti y no me alejen de tu presencia. Guíame para usar mi libertad con responsabilidad, buscando siempre lo que conviene para mi crecimiento espiritual. En el nombre de Jesús, amén.