Cita bíblica:
Juan 3:16: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna
Reflexión:
En este pasaje fundamental de Juan 3:16, contemplamos la manifestación más grande del amor divino. Dios, en Su infinita sabiduría y misericordia, tomó la decisión más costosa que jamás se haya registrado en la historia: entregar a Su único Hijo por nosotros. Este acto supremo de amor no fue una decisión tomada a la ligera, sino que fue planeada desde antes de la fundación del mundo. Por tanto, debemos reconocer el valor incalculable de este sacrificio que representa nuestra salvación.
Podemos ver un hermoso ejemplo de este amor sacrificial en la vida del apóstol Pablo. Después de su encuentro con Cristo en el camino a Damasco, Pablo comprendió profundamente el costo del amor divino. En sus cartas, frecuentemente reflexiona sobre este sacrificio, especialmente en Filipenses 3:7-8, donde declara que todo lo que antes consideraba ganancia, ahora lo considera pérdida por amor a Cristo. Su vida entera se transformó al valorar el precio que Dios pagó por su salvación, llevándolo a entregar todo por la causa del evangelio.
¿Has considerado realmente el valor del sacrificio que Dios hizo por ti? No es simplemente una historia más, es el acto más costoso del universo: Dios entregando a su único Hijo. Este regalo de salvación está disponible para todos, pero requiere nuestra respuesta. No es algo que Dios nos imponga, sino una invitación amorosa que espera nuestra aceptación. Lo que recibimos gratuitamente, a Él le costó todo.
El amor de Dios manifestado en la cruz del Calvario trasciende nuestra comprensión humana. Cuando verdaderamente valoramos este sacrificio, nuestra vida no puede permanecer igual. Este entendimiento debe transformar nuestra adoración, nuestras prioridades y nuestra manera de vivir. El precio pagado por nuestra salvación debe inspirarnos a vivir vidas que reflejen gratitud y compromiso con Aquel que lo dio todo por nosotros.
Oración
Amado Padre celestial, humildemente reconozco el precio incalculable que pagaste por mi salvación. Reconozco que soy un pecador, te pido con un corazón contrito y humillado que perdones todos mis pecados y escribe mi nombre en el libro de la vida, yo quiero ser libre y seguirte. Gracias por tu amor incomparable manifestado en la cruz. Ayúdame a vivir cada día valorando este sacrificio y respondiendo a tu amor con vida entregada completamente a ti. En el nombre de Jesús, amén.