Cita bíblica:
Romanos 1:23: «No cambien la gloria del Dios inmortal por imágenes de hombres mortales, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.»
Reflexión:
En nuestro caminar diario, frecuentemente nos encontramos en una encrucijada donde debemos elegir entre lo eterno y lo temporal. Como siervos de Dios, enfrentamos constantemente tentaciones que buscan apartarnos de nuestra verdadera herencia. Sin embargo, debemos recordar que todo lo que el mundo ofrece es pasajero, mientras que la gloria de Dios permanece para siempre. Esta decisión fundamental marca el rumbo de nuestra vida espiritual y determina nuestro destino eterno.
La historia de Esaú nos presenta una poderosa lección sobre las consecuencias de valorar lo temporal por encima de lo eterno. En un momento de debilidad física y hambre, Esaú vendió su primogenitura por un simple plato de lentejas (Génesis 25:29-34). Esta decisión precipitada le costó no solo su herencia material, sino también las bendiciones espirituales que Dios había preparado para él. Su historia nos advierte sobre cómo un momento de gratificación inmediata puede tener consecuencias eternas.
¿Cuántas veces hemos sido tentados a cambiar las promesas eternas de Dios por placeres momentáneos? El mundo nos seduce con ofertas tentadoras: fama, riqueza, poder y placeres carnales. Sin embargo, estas son solo sombras comparadas con la gloria que Dios ha preparado para nosotros. No permitamos que el brillo temporal del mundo opaque la luz eterna de la gloria de Dios.
La verdadera riqueza no se encuentra en lo que el mundo puede ofrecernos, sino en la presencia y la gloria de Dios. Cuando elegimos permanecer fieles a Él, descubrimos un tesoro que ninguna riqueza terrenal puede igualar. Mantengamos nuestros ojos fijos en la eternidad, recordando que somos herederos de una gloria incomparable que supera cualquier placer temporal.
Oración
Amado Padre Celestial, fortalece mi corazón para valorar tu gloria por encima de todo lo temporal. Ayúdame a mantener mis ojos fijos en ti y a no ser seducido por los placeres pasajeros de este mundo. Que mi vida sea un testimonio de que tu presencia vale más que cualquier tesoro terrenal. En el nombre de Jesús, amén.
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