Cita bíblica:
Deuteronomio 24:8 «En todos los casos relacionados con enfermedades graves de la piel, asegúrate de seguir las instrucciones de los sacerdotes levitas…»
Reflexión:
En la antigüedad, cuando alguien contraía lepra, debía seguir estrictamente las instrucciones de los sacerdotes levitas. Esta ordenanza divina no era simplemente un protocolo de salud, sino una profunda lección espiritual sobre la obediencia y la humildad. Hoy en día, la lepra espiritual se manifiesta cuando desobedecemos deliberadamente la voz del Espíritu Santo, ignoramos Sus advertencias y nos volvemos insensibles a Su guía, creyendo que podemos manejar nuestra vida espiritual según nuestros propios términos.
Miriam, la hermana de Moisés, nos brinda un poderoso ejemplo. Cuando ella y Aarón hablaron contra Moisés, cuestionando su autoridad, Dios la castigó con lepra (Números 12). Esta historia nos muestra cómo la soberbia y la rebelión pueden llevarnos a una condición espiritual que nos aísla de Dios y de nuestra comunidad. Miriam, una líder respetada, tuvo que experimentar la humillación de la lepra para comprender la seriedad de su desobediencia y la importancia de mantener un corazón sensible a Dios.
¿Has notado cómo tu corazón se ha vuelto progresivamente insensible a las cosas de Dios? Quizás ya no sientes convicción cuando pecas, o la lectura de la Biblia se ha convertido en una tarea rutinaria sin impacto real en tu vida. La insensibilidad al Espíritu Santo es una señal de alarma que no podemos ignorar. Cuando preferimos los estereotipos mundanos sobre la transformación genuina, estamos en peligro de desarrollar lepra espiritual.
Así como la lepra física requería un tratamiento específico y obediencia a las instrucciones sacerdotales, la lepra espiritual necesita un tratamiento radical: arrepentimiento sincero, sumisión a la autoridad de Dios y un compromiso renovado con la santidad. La buena noticia es que Dios está dispuesto a restaurar nuestra sensibilidad espiritual cuando nos acercamos a Él con un corazón quebrantado y humilde.
Oración:
Padre Celestial, perdónanos por las veces que hemos endurecido nuestro corazón a Tu voz. Como Miriam, reconocemos nuestra necesidad de Tu toque sanador. Restaura nuestra sensibilidad espiritual y ayúdanos a mantener un corazón tierno y obediente a Tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén.»