Cita bíblica:
Romanos 12:19-21
19 No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. 20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.
Reflexión:
En Romanos 12:19-21, el apóstol Pablo nos recuerda que la venganza no nos pertenece, sino a Dios. Cuando alguien nos hiere o nos causa daño, la reacción natural puede ser desear venganza. Sin embargo, la Palabra de Dios nos insta a dejar esa ira en sus manos, pues solo Él es justo para juzgar. En lugar de buscar venganza, somos llamados a responder con bondad y amor. Al hacerlo, no solo desarmamos al enemigo, sino que también demostramos la gracia y la misericordia que hemos recibido de Dios.
David, antes de ser rey, tuvo múltiples oportunidades para vengarse de Saúl, quien lo perseguía con la intención de matarlo. En 1 Samuel 24, encontramos a David en una cueva con Saúl a su merced. Sin embargo, David se negó a matar al ungido del Señor, reconociendo que la venganza pertenece a Dios y no a él. Este acto de misericordia no solo preservó la vida de Saúl, sino que también mostró la fidelidad de David a los mandamientos de Dios, confiando en que el Señor haría justicia a su debido tiempo.
La venganza y el resentimiento son cargas pesadas que envenenan el corazón. Si permitimos que estas emociones nos controlen, terminaremos alejándonos de la paz y la gracia de Dios. Es crucial entregar toda esa carga al Señor, confiando en que Él, en su tiempo perfecto, hará justicia por nosotros. Al elegir el perdón y la compasión en lugar de la venganza, liberamos nuestro corazón y permitimos que Dios obre en nuestras vidas y en las de aquellos que nos han hecho daño.
La enseñanza de Romanos 12:19-21 es clara: la venganza no es nuestra, sino de Dios. Nuestra responsabilidad es amar, perdonar y confiar en que el Señor es justo para juzgar. Cuando respondemos al mal con bien, no solo glorificamos a Dios, sino que también mostramos el poder transformador de su amor en nuestras vidas. No permitas que el deseo de venganza te robe la paz; deja que Dios tome el control y confía en su justicia.
Oración:
Amado Señor, te pedimos que nos des un corazón dispuesto a perdonar y dejar en tus manos toda situación de injusticia que enfrentemos. Ayúdanos a responder con amor y compasión, confiando en que Tú eres el justo juez. Que tu paz y tu gracia llenen nuestro corazón, liberándonos del peso del resentimiento. En el nombre de Jesús, amén.
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