Cita bíblica:
Lucas 6:46 (RVR 1960) – «¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?»
Reflexión:
En nuestra vida diaria, es fácil dejar que lo sagrado se vuelva común. Las cosas que una vez nos llenaron de reverencia y asombro pueden convertirse en rutinas vacías. Jesús nos desafía en Lucas 6:46, preguntándonos por qué le llamamos Señor y no hacemos lo que Él dice. Este llamado nos invita a reflexionar sobre cómo vivimos nuestra fe. Debemos recordar siempre la santidad y la importancia de nuestra relación con Dios, permitiendo que cada acción y palabra refleje nuestra devoción genuina.
Un claro ejemplo de lo que sucede cuando lo sagrado se vuelve común se encuentra en la historia de los hijos de Elí y los israelitas. En 1 Samuel 4, vemos cómo los israelitas trataron el arca del pacto, que simbolizaba la presencia de Dios, como un simple amuleto de buena suerte. Los hijos de Elí, Ofni y Finees, no mostraban reverencia alguna y pecaban constantemente. Al tratar lo sagrado como algo común, no solo perdieron una batalla crucial, sino que también enfrentaron la ira de Dios. Este relato nos enseña la importancia de mantener lo sagrado en su lugar de honor.
¿Tu vida cristiana se ha vuelto una costumbre? Esto es peligroso porque puedes perder tu primer amor, pecar sin sentir remordimiento y perder el respeto a Dios. La reverencia, el fuego y la capacidad de asombro pueden desvanecerse cuando caemos en la rutina. La relación con Dios es como un noviazgo; siempre debemos estar pendientes de esa persona que amamos, conquistándola, llamándola y acompañándola para que ese amor crezca y no caiga en la rutina. Mantén viva tu pasión por Dios y no permitas que lo sagrado se vuelva común.
Mantener lo sagrado en lo sagrado es vital para nuestra vida espiritual. Debemos ser intencionales en nuestra relación con Dios, buscando siempre honrar y reverenciar Su nombre. Evitemos caer en la rutina y busquemos constantemente renovar nuestro amor y devoción hacia Él. Recordemos que nuestra fe no es una simple tradición, sino una relación viva y dinámica con el Dios Todopoderoso. Mantengamos siempre ese fuego encendido y permitamos que nuestras acciones reflejen nuestra verdadera devoción.
Oración:
Amado Padre Celestial, perdónanos por las veces que hemos tratado lo sagrado como algo común. Renueva en nosotros el fuego y la pasión por Ti. Ayúdanos a honrarte en todo lo que hacemos y a mantener nuestra relación contigo siempre fresca y reverente. Que nunca perdamos el asombro y la gratitud por Tu amor y Tu gracia. En el nombre de Jesús, Amén.
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