Cita bíblica:
Santiago 4:6 (NVI) – «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes»
Reflexión
El orgullo es una trampa peligrosa que puede separarnos de Dios y dañar nuestras relaciones con los demás. El orgullo nos lleva a exaltar nuestro propio ego, creyendo que somos superiores a los demás y a Dios mismo. Sin embargo, la Palabra de Dios nos enseña la importancia de la humildad y nos advierte sobre las consecuencias del orgullo desenfrenado.
La cita bíblica en Santiago 4:6 nos revela una verdad contundente: Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes. El orgullo es una actitud que coloca a la persona en una posición de resistencia contra Dios. Implica una confianza excesiva en uno mismo, negando la dependencia y la necesidad de Dios en nuestras vidas. Pero la humildad, por otro lado, es una virtud que nos permite reconocer nuestra pequeñez ante la grandeza de Dios y aceptar su soberanía en nuestras vidas.
La humildad también es fundamental en nuestras relaciones con los demás. Cuando somos orgullosos, nos cerramos a la posibilidad de escuchar y aprender de los demás, creando barreras y conflictos. Pero cuando practicamos la humildad, abrimos nuestro corazón a los demás, valorando sus opiniones y experiencias. La humildad nos permite relacionarnos con amor, compasión y respeto, reconociendo la dignidad de cada persona como seres creados a imagen de Dios.
Pensemos en un ejemplo cotidiano en el que nos encontramos en una discusión acalorada con alguien. En lugar de mantenernos firmes en nuestra postura y buscar imponer nuestro punto de vista, decidimos bajar la guardia y escuchar sinceramente al otro. Practicamos la humildad al reconocer que no tenemos todas las respuestas y que podemos aprender algo valioso de la perspectiva del otro. Al hacerlo, fomentamos la reconciliación y el entendimiento mutuo, fortaleciendo así nuestras relaciones.
En nuestra oración, podemos buscar la humildad y el arrepentimiento del orgullo en nuestro corazón. Oremos…..
Oración:
Amado Padre, te pedimos humildad en nuestro corazón y en nuestras relaciones. Reconocemos que el orgullo nos separa de ti y de los demás. Perdónanos por las veces en que hemos exaltado nuestro ego y nos hemos negado a escuchar y aprender. Ayúdanos a humillarnos ante tu grandeza y a reconocer nuestra dependencia total de ti. Enséñanos a amar y valorar a los demás como tú los amas. Que tu gracia nos transforme en personas humildes, dispuestas a servir y amar como Cristo lo hizo. En el nombre de Jesús, amén.