Cita bíblica:
Mateo 18:21-22 (RVR 1960): «Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.»
Reflexión:
Todos nosotros, en algún momento, enfrentamos ofensas y heridas en nuestras vidas. Ya sea una crítica injusta, un chisme difamatorio, o incluso traiciones dolorosas, las ofensas son parte de la experiencia humana. ¿Pero cómo deberíamos reaccionar ante ellas?
La Biblia es clara: debemos perdonar. En Mateo 18:21-22, Jesús enseña que el perdón no tiene límites. Pedro, tratando de ser generoso, preguntó si debía perdonar hasta siete veces, pero Jesús amplió esa cifra a setenta veces siete. En otras palabras, no debemos llevar un registro de cuántas veces perdonamos, sino perdonar siempre.
Perdonar no es fácil, especialmente cuando las heridas son profundas. Pero, ¿por qué es tan importante? Porque nuestra reacción a las ofensas puede mover el cielo a nuestro favor. Cuando perdonamos, imitamos a Jesús, quien murió en la cruz para perdonar nuestros pecados. Nuestra actitud de perdón refleja la gracia y el amor de Dios.
La Parábola del Siervo Despiadado (Mateo 18:23-35)
En esta parábola, Jesús cuenta la historia de un siervo que fue perdonado por una gran deuda por su señor, pero luego se negó a perdonar a un compañero siervo que le debía una cantidad mucho menor. Cuando el señor se enteró de esto, enojado, entregó al siervo despiadado a los verdugos hasta que pagara la deuda.
Este relato ilustra la importancia del perdón. Como el siervo despiadado, a menudo olvidamos cuánto hemos sido perdonados por Dios y, en cambio, guardamos rencor y resentimiento hacia otros. Pero recordemos que, como el señor de la parábola, Dios nos perdona generosamente. Y si queremos mover el cielo a nuestro favor, debemos perdonar a los demás como Él nos ha perdonado.
Tu reacción ante la ofensa es crucial. El perdón no solo libera a la persona que ofende, sino que también te libera a ti. Al perdonar, reflejas el amor de Dios y abres la puerta a sus bendiciones. Así que, la próxima vez que enfrentes una ofensa, recuerda que tu reacción puede mover el cielo a tu favor. Elige perdonar y experimenta la paz y la gracia de Dios.
Oración:
Padre celestial, te agradecemos por tu generoso perdón. Ayúdanos a perdonar a aquellos que nos ofenden, recordando cuánto nos has perdonado a nosotros. Permítenos reflejar tu amor y gracia en cada situación. Amén.
Canción Relacionada:
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