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Cita bíblica:
El camino del necio es derecho en su opinión; mas el que obedece al consejo es sabio. – Proverbios 12:15
Reflexión:
En el caminar de nuestra vida espiritual, frecuentemente nos encontramos ante encrucijadas que requieren sabiduría para ser atravesadas. Sin embargo, existe una tendencia humana a confiar excesivamente en nuestro propio juicio. En primer lugar, debemos reconocer que la humildad para recibir consejo es una característica fundamental del crecimiento cristiano. A menudo, Dios utiliza a otras personas como instrumentos para comunicarnos su voluntad. Por lo tanto, cuando rechazamos un consejo sabio, no solo estamos desoyendo a quien nos aconseja, sino que potencialmente estamos cerrando nuestros oídos a la voz de Dios. En consecuencia, lo que podríamos haber aprendido con facilidad a través de la instrucción ajena, terminamos aprendiéndolo mediante dolorosas experiencias.
La Escritura nos brinda ejemplos poderosos sobre la importancia del consejo sabio. Uno particularmente ilustrativo es el de Moisés y su suegro Jetro. En Éxodo 18, encontramos a Moisés agotado, juzgando los asuntos del pueblo desde la mañana hasta la noche. Jetro, observando esta situación, le advirtió: «No está bien lo que haces. Desfallecerás del todo, tú y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo» (Éxodo 18:17-18). Sabiamente, le aconsejó delegar responsabilidades entre hombres capaces que temieran a Dios. Lo notable es que Moisés, a pesar de ser el líder elegido por Dios, tuvo la humildad para reconocer la sabiduría en el consejo de su suegro e implementarlo inmediatamente. Como resultado, no solo evitó el agotamiento personal, sino que estableció un sistema judicial que benefició a todo Israel. Esta situación nos demuestra que incluso los grandes líderes necesitan escuchar consejos.
¿Cuántas cicatrices emocionales y espirituales llevamos por haber desechado consejos sabios? Lo que no aprendemos por el consejo, inevitablemente lo aprendemos a los golpes, en el duro terreno de las consecuencias. Debemos entender que el consejo no sirve cuando solo lo escuchamos pero no lo ponemos en práctica. Es como mirar un mapa sin seguir sus indicaciones; conocer el camino correcto no nos llevará al destino si no lo recorremos. Cuanto más inmadura y egocéntrica es una persona, menos cree necesitar consejo, confiando ciegamente en su propia perspectiva limitada.
La disposición para recibir consejo marca la diferencia entre la sabiduría y la necedad. Como cristianos, tenemos acceso a la sabiduría colectiva del Cuerpo de Cristo, además de la guía directa del Espíritu Santo. No obstante, este privilegio requiere humildad para reconocer que no lo sabemos todo. Dios ha diseñado la comunidad cristiana como un sistema de apoyo mutuo, donde el crecimiento ocurre a través del intercambio de sabiduría. La belleza de aprender mediante el consejo radica en que nos permite crecer sin el dolor innecesario del aprendizaje por error. Nuestro orgullo puede costarnos años de sufrimiento que podrían haberse evitado con un simple acto de humildad: escuchar y aplicar el consejo de quienes han recorrido el camino antes que nosotros.
Desafío del Día:
Actividad práctica: Identifica un área de tu vida donde has estado resistiéndote a recibir consejo. Busca a alguien sabio y maduro espiritualmente y pídele su perspectiva con un corazón dispuesto a escuchar.
Oremos juntos:
Padre Celestial, te agradezco por rodearme de personas que pueden ofrecerme consejo sabio. Perdóname por las veces que mi orgullo ha cerrado mis oídos a la sabiduría que querías comunicarme a través de otros. Dame un corazón humilde que reconozca sus limitaciones y esté abierto a la corrección. Ayúdame a discernir entre consejos sabios y necios, guiándome siempre por tu Palabra como autoridad final. Que pueda aprender a través de la instrucción amorosa y no mediante dolorosas consecuencias. En el nombre de Jesús, amén.
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