Escucha o descarga el devocional y comparte!
Cita bíblica:
«Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: Me dijo todo lo que he hecho.» – Juan 4:39
Reflexión:
En nuestro andar diario, a menudo construimos muros protectores alrededor de nuestros corazones. Estos caparazones, formados por decepciones, heridas y rechazos, nos aíslan no solo de los demás, sino también de Dios. Sin embargo, el Señor conoce cada capa que hemos creado y, con amor infinito, busca quebrarlas. A diferencia de nuestros esfuerzos humanos por protegernos, Jesús ve más allá de nuestras defensas y anhela liberarnos. Por lo tanto, es crucial reconocer que estos caparazones, aunque nos hacen sentir seguros, en realidad nos impiden experimentar la plenitud del amor divino.
Pensemos en la mujer samaritana, cuya vida estaba marcada por el rechazo y la vergüenza. Su corazón se había endurecido tras cinco matrimonios fallidos y ahora vivía con un hombre que no era su esposo. Cada día, ella acudía al pozo en las horas de mayor calor para evitar las miradas acusadoras de otras mujeres. No obstante, Jesús la esperaba allí, traspasando todas las barreras culturales y religiosas. Con preguntas compasivas y una mirada llena de amor, el Maestro fue desmantelando, capa por capa, el caparazón que protegía su corazón herido. «Me dijo todo lo que he hecho», exclamaba asombrada, no con vergüenza sino con liberación. Aquella mujer, que llegó al pozo buscando agua, encontró mucho más: un Salvador que conocía su pasado pero veía su potencial futuro.
¿Cuántos de nosotros llevamos caparazones similares? La vida nos ha endurecido con decepciones, traiciones y dolores. Nos protegemos, evitamos ser vulnerables, tememos que nuestro verdadero yo sea rechazado. Sin embargo, Jesús nos invita hoy a sumergirnos en el agua viva que Él ofrece, entregándole todas nuestras capas de protección para que sean disueltas por Su amor. Cuando permitimos que Cristo toque esas áreas sensibles, nuestros corazones endurecidos se transforman en corazones de carne, renovados y libres de las cargas del pasado.
El encuentro con Jesús siempre produce transformación. La samaritana no solo vio su caparazón roto, sino que se convirtió en mensajera de la buena nueva para toda su ciudad. Cuando permitimos que Dios rompa nuestras defensas, no quedamos expuestos y vulnerables como tememos, sino restaurados y empoderados. Cristo no busca dejarnos desprotegidos, sino revestirnos con Su amor, Su perdón y Su propósito. Las heridas que intentábamos ocultar se convierten en testimonios de Su gracia. Por tanto, no temas al quebrantamiento que Jesús produce; es siempre el preludio de una mayor llenura de Su Espíritu.
 Desafío del Día:
Tarea práctica: Hoy te invito a identificar el caparazón que has construido:
- Pídele al Espíritu Santo que te ayude a identificar en que área de tu vida tienes tienes el caparazón y te revele por que motivos lo creaste.
 - Escríbelo en tu cuadernos de notas.
 - Entrégalo conscientemente a Jesús en oración, pidiendo que Su agua viva lo disuelva.
 
Oremos juntos:
Amado Jesús, reconozco que he construido caparazones para protegerme del dolor, pero estos me han alejado de Ti y de los demás. Hoy te entrego cada capa de dureza, cada barrera que he levantado. Derrama tu agua viva sobre mi corazón endurecido. Rompe con tu amor aquello que me mantiene prisionero del pasado. Así como lo hiciste con la mujer samaritana, revélame mi verdadera identidad en Ti y transfórmame en un testimonio vivo de tu poder restaurador. Que mi vida quebrantada y sanada sea un canal de tu gracia para otros que también necesitan ser liberados. En tu precioso nombre, amén.
Video relacionado:
Soplo de Vida Worship – Quiébrame y Hazme Distinto
					
		
