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Cita bíblica:
«Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.» – Mateo 26:41
Reflexión:
En nuestro caminar cristiano, a menudo nos encontramos luchando con dos disciplinas fundamentales: la oración y la lectura de la Palabra. A pesar de saber su importancia, muchos de nosotros experimentamos resistencia cuando intentamos establecer estos hábitos. En primer lugar, nuestra naturaleza humana tiende a buscar lo inmediato y tangible, mientras que la comunión con Dios requiere paciencia y constancia. Además, vivimos en una era de distracciones constantes donde las notificaciones, redes sociales y entretenimiento compiten ferozmente por nuestra atención. Sin embargo, esta dificultad no es casualidad; es un campo de batalla espiritual.
La Biblia nos muestra claramente esta lucha en muchos personajes, incluso en aquellos más cercanos al corazón de Dios. Consideremos a David, un hombre conforme al corazón del Señor, quien a pesar de su intimidad con Dios, cometió errores significativos cuando se alejó de la comunión divina. Uno de los ejemplos más claros fue cuando decidió hacer un censo de Israel sin consultar a Dios, motivado por el orgullo y confianza en sus propias fuerzas militares. Esta decisión trajo graves consecuencias: una plaga que cobró la vida de 70,000 israelitas. Lo impactante es que David, quien escribió tantos salmos sobre buscar el rostro de Dios, en ese momento crítico no acudió a la oración ni buscó dirección divina, confiando en su propio entendimiento y poder.
Es fundamental comprender que nuestra dificultad para orar y leer la Biblia no es simplemente un problema de disciplina personal, sino una estrategia del enemigo. Satanás conoce perfectamente el poder que adquirimos cuando estamos conectados con Dios a través de estas prácticas. Él sabe que un cristiano que ora es poderoso, y uno que conoce la Escritura puede resistir sus mentiras. Por eso, intentará desviarte con cualquier distracción: cansancio, ocupaciones, entretenimiento o incluso actividades aparentemente «buenas». Al mantenernos alejados de la Palabra, nos volvemos vulnerables, ignorantes de los mandamientos divinos y susceptibles a tomar decisiones equivocadas sin la sabiduría celestial como guía.
¿Qué podemos aprender de esta realidad? Primero, reconocer que la resistencia que sentimos es normal y parte de una batalla espiritual más grande. Segundo, establecer tiempos específicos para la comunión con Dios, protegiéndolos como citas inamovibles. Tercero, iniciar con pequeños compromisos constantes: cinco minutos de oración y lectura bíblica son mejor que nada. Finalmente, buscar apoyo en la comunidad de fe, compartiendo nuestros desafíos y victorias en este aspecto. Recuerda que cada vez que abres la Biblia o doblas tus rodillas en oración, estás participando en una poderosa acción espiritual que transforma tu vida y frustra los planes del enemigo.
Oremos juntos:
Padre Celestial, reconozco mi debilidad en la disciplina de buscarte diariamente. Perdóname por las veces que he preferido otras actividades en lugar de pasar tiempo contigo. Ayúdame a valorar la comunión contigo por encima de todo. Dame hambre por tu Palabra y deseo de hablar contigo en oración. Fortalece mi espíritu para vencer las distracciones y estrategias del enemigo que intentan alejarme de ti. En el nombre de Jesús, amén.

