Cita bíblica:
Proverbios 24:16 – «Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; mas los impíos caerán en el mal.»
Reflexión:
En nuestra búsqueda del éxito, frecuentemente nos encontramos con obstáculos que parecen insuperables. Sin embargo, es importante recordar que el camino hacia el logro está pavimentado con tropiezos y caídas. De hecho, cada error que cometemos nos acerca un poco más a nuestro destino final. En primer lugar, debemos entender que equivocarse no es sinónimo de fracaso, sino parte esencial del aprendizaje. Por lo tanto, cuando nos enfrentamos a desafíos que parecen imposibles, es fundamental recordar que incluso los más grandes hombres y mujeres de Dios atravesaron por momentos de dificultad antes de alcanzar sus metas.
La Biblia está llena de ejemplos conmovedores de perseverancia. Pensemos en Bartimeo, aquel ciego que, sentado junto al camino, escuchó que Jesús pasaba cerca. Cuando comenzó a gritar pidiendo misericordia, muchos intentaron silenciarlo, pero él, lejos de callar, gritó con más fuerza: «¡Hijo de David, ten misericordia de mí!» Su persistencia, a pesar de las críticas, le permitió recibir el milagro que tanto anhelaba. O recordemos a Noé, quien durante 120 años construyó un arca mientras sus vecinos se burlaban de él. Día tras día, bajo el sol abrasador y las miradas de desprecio, continuó obedeciendo a Dios, colocando cada tabla y cada clavo con dedicación. Su fidelidad a pesar del ridículo salvó a su familia y preservó la vida en la tierra.
¿Cuántas veces hemos renunciado a nuestros sueños por miedo a equivocarnos? La verdad es que cada error nos brinda una lección invaluable. Cuando tropezamos, aprendemos a ajustar nuestro paso; cuando fallamos, descubrimos nuevas estrategias. Como creyentes, debemos comprender que Dios utiliza incluso nuestros momentos más difíciles para moldearnos. Nuestros errores no son definitivos, son formativos. Por tanto, en lugar de temer al fracaso, debemos abrazarlo como parte del proceso divino que nos conduce hacia nuestro propósito.
Al final, la carrera del éxito no la gana quien nunca cae, sino quien nunca deja de levantarse. El rey David, Pedro, Pablo y tantos otros personajes bíblicos nos demuestran que Dios no busca perfección, sino perseverancia. Sus vidas fueron testimonios de superación tras el error. Por consiguiente, cuando nos sentimos desanimados por nuestros tropiezos, recordemos que estamos en buena compañía. Dios especializa en transformar nuestros errores en testimonios de su gloria. Así pues, sigamos adelante, aprendiendo de cada caída, creciendo con cada desafío y confiando en que, como dice Filipenses 1:6, «el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.»
Oremos juntos:
Padre Celestial, gracias porque tus caminos son perfectos aunque los nuestros estén llenos de tropiezos. Te pido que me des la fortaleza para levantarme cada vez que caiga y la sabiduría para aprender de mis errores. Ayúdame a recordar que mi trayectoria de éxito se construye con perseverancia, incluso cuando todo parece imposible. En los momentos de fracaso, hazme recordar que tú nunca me abandonas y que usas cada circunstancia para mi crecimiento. En el nombre de Jesús, amén.