Cita bíblica:
Y edificarán casas y morarán en ellas; plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque como los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. – Isaías 65:21-22
Reflexión:
¿Alguna vez has contemplado cómo sería nuestro mundo si todos sus habitantes buscáramos genuinamente a Dios y siguiéramos sus mandamientos? Sin duda, experimentaríamos un mundo radicalmente transformado. En primer lugar, la paz reinaría donde ahora existe conflicto. Además, la justicia florecería en lugares ahora corrompidos por la iniquidad. Por otra parte, el amor reemplazaría al odio que tanto daño causa. Finalmente, viviríamos en comunión perfecta con nuestro Creador, cumpliendo el propósito por el cual fuimos creados. Este mundo soñado no es una utopía imposible, sino el plan original de Dios.
La historia bíblica nos muestra constantemente cómo el desvío del camino de Dios trajo consecuencias devastadoras. Por ejemplo, durante el peregrinaje de los israelitas, muchos abandonaron la adoración al Dios verdadero para seguir costumbres paganas. Cuando Aarón cedió a la presión del pueblo y fabricó el becerro de oro, la desobediencia se propagó rápidamente. Asimismo, en la época de los jueces, «cada uno hacía lo que bien le parecía», generando ciclos constantes de opresión y sufrimiento. Incluso en los días de prosperidad bajo Salomón, la nación eventualmente se fragmentó debido a la idolatría. Estas lecciones nos enseñan que cuando algunos abandonan los caminos de Dios, su influencia negativa se extiende como gangrena, corrompiendo la sociedad entera.
¿Te has preguntado qué sucedería si todos buscáramos a Dios con sinceridad? Imagina un mundo sin guerras, donde las armas se conviertan en herramientas de cultivo. Contempla una tierra sin hambre, donde todos compartan generosamente los recursos. Visualiza comunidades sin crimen, donde el amor al prójimo sea la norma y no la excepción. Piensa en familias unidas por el amor divino, criando hijos que honren a Dios desde su juventud. Este mundo soñado no es mera fantasía; representa el reino que Dios desea establecer, comenzando en nuestros corazones y extendiéndose a toda la creación.
La buena noticia es que podemos comenzar a construir este mundo soñado aquí y ahora. Aunque no podamos cambiar instantáneamente a toda la humanidad, sí podemos permitir que Dios transforme nuestro pequeño mundo de influencia. Cuando vivimos según los principios divinos, nos convertimos en sal y luz para quienes nos rodean. A medida que más personas experimentan la transformación divina, el impacto se multiplica exponencialmente. El reino de Dios se expande como levadura en la masa. Esta visión de un mundo transformado por el amor de Dios nos inspira a perseverar en la fe, sabiendo que nuestros esfuerzos por vivir en obediencia contribuyen a la realización del sueño divino para la humanidad.
Oremos juntos:
Amado Padre Celestial, te damos gracias por revelarnos tu sueño para la humanidad. Perdónanos por las veces que hemos contribuido al quebrantamiento de este mundo con nuestras decisiones egoístas. Transforma nuestros corazones para que podamos ser agentes de cambio en nuestras familias, comunidades y naciones. Danos la valentía para vivir según tus mandamientos, aunque vayamos contra la corriente cultural. Ayúdanos a ser ejemplo de tu amor, paz y justicia en un mundo que desesperadamente necesita esperanza. Que tu reino venga y tu voluntad sea hecha en la tierra como en el cielo. En el nombre de Jesús, amén.
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