Devocional 12 de Septiembre de 2025: «Libera Tu Lengua: Proclama Vida, No Ataduras.»

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Cita bíblica:

«Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.» – Mateo 12:37

Reflexión:

En nuestra jornada diaria, a menudo subestimamos el poder que nuestras palabras ejercen sobre nuestra vida. De hecho, las palabras que pronunciamos pueden ser instrumentos de liberación o cadenas invisibles que nos mantienen atados. El enemigo de nuestras almas conoce bien este principio y, por tanto, intenta constantemente poner en nuestra boca declaraciones de derrota, miedo y limitación. Sin embargo, como hijos de Dios, tenemos la capacidad de resistir esta estrategia y elegir conscientemente proclamar aquello que edifica, fortalece y libera. Cuando permitimos que palabras negativas habiten en nuestros labios, estamos cooperando inconscientemente con los planes del adversario.

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La Escritura nos muestra ejemplos poderosos de cómo las palabras pueden transformar realidades. Pensemos en el valle de los huesos secos que el profeta Ezequiel visitó (Ezequiel 37). Ante un panorama de muerte y sequedad absoluta, Dios no le pidió al profeta que realizara elaborados rituales o ceremonias, sino que proclamara Su palabra sobre aquella situación aparentemente irreversible. Cuando Ezequiel obedeció y habló vida sobre aquellos huesos, éstos comenzaron a unirse, a cubrirse de tendones, carne y piel, hasta finalmente recibir aliento de vida. Del mismo modo, Josué y el pueblo de Israel no derribaron los muros de Jericó con armas convencionales, sino con proclamaciones de fe que resonaron alrededor de aquella ciudad hasta que sus defensas se desmoronaron.

¿Has examinado últimamente las palabras que pronuncias sobre ti mismo, tu familia, tu ministerio o tu futuro? El diablo busca que repitas constantemente frases como «esto nunca cambiará», «yo no puedo», «siempre fracaso», para mantenerte cautivo en ciclos de derrota. Estas declaraciones negativas actúan como cerrojos espirituales que cierran puertas de bendición. Cristo vino para que tuviéramos vida en abundancia, pero esta promesa se materializa también a través de nuestra confesión. ¿Cómo podemos experimentar la libertad que Dios promete si nuestras propias palabras nos encadenan a limitaciones?

La palabra de Dios es nuestra arma más poderosa contra las ataduras del enemigo. Cuando proclamamos las promesas divinas, desatamos el poder creador del Espíritu Santo sobre nuestras circunstancias. Tal como Jesús resistió las tentaciones del desierto respondiendo «Escrito está», nosotros podemos responder a las sugerencias engañosas del adversario con verdades bíblicas que destruyen toda fortaleza. Nuestras palabras no son simples sonidos; son semillas que plantamos en el jardín de nuestra existencia. Decidamos cultivar vida, declarando con fe lo que Dios dice sobre nosotros, no lo que el enemigo susurra a nuestros oídos.

Oremos juntos:

Padre Celestial, perdóname por las veces que he permitido que mi boca se convierta en instrumento de limitación y derrota. Ayúdame a vigilar mis palabras y a llenar mi corazón con tu verdad para que de la abundancia de él hablen mis labios. Rompe hoy toda atadura que mis propias declaraciones han creado y enséñame a proclamar vida, sanidad y libertad sobre mi existencia. Que mi lengua sea como pluma de escritor, escribiendo bendición y no maldición. En el poderoso nombre de Jesús, amén.

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