Cita bíblica:
«Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó; pues está escrito: «Sean santos, porque yo soy santo».» – 1 Pedro 1:15-16 (NVI)
Reflexión:
El carácter es como un diamante: necesita presión, tiempo y un corte preciso para revelar su verdadero valor. En nuestro caminar cristiano, a menudo nos enfocamos en los dones espirituales o en las bendiciones materiales, sin embargo, Dios está principalmente interesado en algo más profundo: nuestro carácter. A diferencia de la personalidad con la que nacemos, el carácter se forma a través de decisiones, pruebas y circunstancias. En consecuencia, el Señor utiliza las experiencias de nuestra vida —tanto las placenteras como las dolorosas— como herramientas en Sus manos para moldearnos a la imagen de Cristo. Este proceso, aunque difícil, es absolutamente necesario para nuestra madurez espiritual.
La Biblia está llena de ejemplos de personas cuyo carácter fue formado a través de largas pruebas y situaciones difíciles. Pensemos en Noé, quien trabajó durante décadas construyendo un arca mientras soportaba la burla de sus contemporáneos, desarrollando así una paciencia y fe inquebrantables. O consideremos a Rut, quien demostró lealtad extraordinaria al abandonar su tierra y su cultura para seguir a su suegra Noemí a un país extranjero, confiando completamente en el Dios de Israel. Y no olvidemos a Ester, quien fue preparada durante un año antes de presentarse ante el rey, pero más importante aún, Dios estaba preparando su carácter para el momento crucial en que arriesgaría su vida con las palabras «si perezco, que perezca», salvando así a todo su pueblo. Cada uno de estos ejemplos nos muestra que Dios trabaja pacientemente, formando el carácter a través de diversas circunstancias.
Te invito a reflexionar sobre los procesos que estás viviendo actualmente. Las dificultades, las esperas, los desafíos que enfrentas no son accidentales. Dios permite muchas de estas situaciones precisamente para tratar aspectos específicos de tu carácter. Quizás está trabajando en tu paciencia, tu humildad, tu perseverancia o tu compasión. Recuerda que estos procesos tienen un propósito divino: no solo saldrás de ellos, sino que emergerás renovado, transformado y fortalecido. Como el oro que pasa por el fuego, saldrás purificado, con una fe más sólida, sano no solo externamente sino también en lo más profundo de tu ser, experimentando una paz y tranquilidad que solo vienen de haber sido moldeado por las manos del Maestro.
El carácter cristiano no se forma de la noche a la mañana; es el resultado de permitir que Dios trabaje en nosotros a lo largo del tiempo. Como Pablo menciona en Romanos 5:3-4, «sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza». Dios está infinitamente más interesado en quién eres que en lo que haces. Los ministerios pueden florecer y marchitarse, las posesiones vienen y van, pero el carácter que Dios forma en ti permanecerá por la eternidad. Es ese carácter transformado el que llevamos al cielo, el que refleja genuinamente la imagen de Cristo en nosotros. Por tanto, abraza el proceso, por doloroso que sea, sabiendo que el resultado final será un carácter que glorifica a Dios.
Oremos juntos:
Padre Celestial, reconozco que a menudo resisto los procesos que has diseñado para formar mi carácter. Perdóname por buscar atajos y por quejarme durante las pruebas. Gracias porque en tu amor perfecto, usas cada circunstancia para moldearme a la imagen de tu Hijo. Dame la gracia para someterme al trabajo de tu Espíritu en mi vida. Ayúdame a ver las dificultades no como obstáculos sino como herramientas en tus manos. Moldea mi carácter, elimina lo que no te agrada y forma en mí un corazón conforme al tuyo. Que al final del proceso pueda emerger más fuerte, más santo y más parecido a Jesús. En su precioso nombre, amén.
Bendiciones , Dios te continue usando para su gloria.