Cita bíblica:
Josué 24:15 Pero si te niegas a servir al Señor, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor.
Reflexión:
Cuando Cristo llega a nuestro hogar, ocurre una transformación radical que afecta cada aspecto de nuestra vida familiar. Es como encender una luz brillante en una habitación oscura; instantáneamente, las sombras desaparecen. De la misma manera, cuando entronizamos a Jesús como Señor de nuestro hogar, el enemigo no tiene más remedio que retroceder. Sin embargo, esta decisión no es automática ni permanente sin nuestra colaboración. Tal como Josué proclamó valientemente: «Yo y mi casa serviremos a Jehová», nosotros también debemos hacer esta declaración diariamente, estableciendo límites espirituales claros y decidiendo conscientemente quién gobernará en nuestras vidas, en nuestras decisiones y en nuestras relaciones familiares.
La Biblia nos muestra un poderoso ejemplo en la vida de Cornelio, un centurión romano cuya historia encontramos en Hechos 10. Aunque era gentil, Cornelio era «piadoso y temeroso de Dios con toda su casa». Su reverencia a Dios era tan evidente que cuando Pedro llegó a su hogar, el Espíritu Santo descendió sobre todos los presentes. Lo notable de Cornelio es que no solo buscaba a Dios individualmente, sino que guiaba a toda su familia en esta dirección. El texto bíblico nos dice que daba limosnas generosamente y oraba a Dios continuamente. Su hogar estaba tan receptivo a la presencia divina que, cuando Cristo llegó a través del mensaje de Pedro, las barreras espirituales se rompieron y todos fueron llenos del Espíritu Santo. El enemigo no tuvo lugar en ese hogar consagrado a Dios.
¿Quién es el verdadero administrador de tu hogar? Cuando permitimos que sea Dios quien dirija nuestra familia, el enemigo pierde autoridad sobre nuestras vidas. Debemos reconocer que el adversario buscará constantemente sembrar discordia, resentimiento y amargura para quebrantar la unidad familiar que Dios desea para nosotros. Las presiones diarias, los problemas económicos y los conflictos personales son terreno fértil para sus ataques. Sin embargo, cuando nos mantenemos firmes en nuestra decisión, declarando como Josué que serviremos al Señor, creamos un escudo espiritual que protege nuestro hogar de estas influencias destructivas.
En conclusión, transformar nuestro hogar en territorio consagrado a Cristo requiere decisión y perseverancia. No es suficiente con tener símbolos religiosos o asistir a la iglesia los domingos; se trata de vivir diariamente bajo el señorío de Jesús. Cuando establecemos prácticas como la oración familiar, el estudio bíblico conjunto y cultivamos valores cristianos en nuestra interacción diaria, construimos una fortaleza espiritual. La promesa es clara: donde Cristo reina, las tinieblas no pueden permanecer. Tal como la luz y la oscuridad no pueden coexistir en un mismo espacio, tampoco pueden hacerlo Cristo y el enemigo en nuestro hogar. La elección, como le recordó Josué al pueblo de Israel, sigue siendo nuestra.
Oremos Juntos:
Amado Padre Celestial, te entregamos hoy las llaves de nuestro hogar. Reconocemos que solo bajo tu dirección nuestra familia puede experimentar verdadera paz y armonía. Así como Josué hizo un pacto contigo, nosotros también declaramos que nuestra casa te servirá. Ayúdanos a ser consistentes en esta decisión, dándonos sabiduría para establecer límites contra la influencia del enemigo. Cuando vengan las dificultades, recuérdanos que tú eres nuestro refugio. Transforma cada habitación de nuestro hogar en un lugar donde tu presencia sea palpable y donde el maligno no tenga cabida. En el poderoso nombre de Jesús, amén.
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