Cita bíblica:
Filipenses 4:13 – «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»
Reflexión:
Muchas veces intentamos enfrentar los desafíos de la vida confiando únicamente en nuestras propias capacidades. Sin embargo, el camino cristiano nos invita a una verdad liberadora: no es en nuestras propias fuerzas donde encontramos la victoria. Por el contrario, es cuando reconocemos nuestra debilidad que podemos experimentar plenamente el poder de Dios manifestándose en nosotros. Esta paradoja divina transforma nuestra perspectiva, permitiéndonos descansar en una fortaleza que no proviene de nosotros mismos, sino del Creador del universo que nos sostiene con amor.
El apóstol Pablo comprendió profundamente esta verdad. A pesar de ser un hombre educado, con formación rabínica y celo por Dios, tuvo que aprender que sus propias fuerzas no eran suficientes. En 2 Corintios 12:9-10, Pablo revela cómo Dios le mostró que Su poder se perfecciona en la debilidad. Pablo incluso llegó a gloriarse en sus debilidades, porque cuando era débil, entonces era fuerte en Cristo. Este hombre, que había perseguido a la iglesia confiando en su propia justicia, descubrió que todo su esfuerzo humano era insuficiente. Solo cuando se rindió completamente a la gracia y el poder de Cristo, pudo convertirse en el poderoso apóstol que llevó el evangelio a los gentiles.
Muchos piensan que no pueden acercarse a Dios hasta ser santos, sin entender que Dios nos llama tal y como estamos para santificarnos. Dios nos está llamando, así rotos como estamos, y será el mismo quien perfeccione su obra en nosotros. Recordemos que no podemos cambiar con nuestras propias fuerzas, Debemos acercarnos así, pecadores y sucios como estamos, porque Él se va a encargar de santificarnos y remover lo que nos hace mal. Quizás no cambiemos de la noche a la mañana y tome tiempo, pero debemos confiar en que el Señor es quien hará la obra en nosotros.
Esta verdad transforma nuestra vida espiritual por completo. ¿Qué libertad experimentamos cuando dejamos de luchar en nuestras propias fuerzas! No estamos llamados a impresionar a Dios con nuestros logros o a ganar Su favor con nuestros esfuerzos. El evangelio nos muestra que lo único que debemos hacer es rendirnos ante Él, reconocer nuestra incapacidad, y permitir que Su poder fluya a través de nosotros. Cuando dejamos de tratar de ser los protagonistas y permitimos que Dios tome el control, experimentamos el verdadero descanso y la auténtica victoria que solo proviene de Él.
Oremos Juntos:
Amado Padre Celestial, vengo ante ti reconociendo mi debilidad. Tantas veces he intentado vivir esta vida cristiana en mis propias fuerzas, solo para fracasar repetidamente. Hoy me rindo ante ti y te pido que seas tú quien obre en mí. Ayúdame a descansar en tu poder, a confiar en tu gracia, y a permitir que tu fuerza se manifieste en mi debilidad. En el nombre de Jesús, amén.
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