Cita bíblica:
2 Timoteo 1:7 «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio.»
Reflexión:
En un mundo donde constantemente buscamos la aprobación de los demás, es fácil caer en la trampa de la inseguridad. Esta sensación paralizante puede convertirse en el mayor obstáculo entre nosotros y nuestro propósito divino. A menudo, permitimos que las voces externas ahoguen la voz de Dios en nuestras vidas, olvidando que fuimos creados con un propósito específico y único.
El ejemplo más claro en la Biblia lo encontramos en el Rey Saúl. Su historia nos muestra cómo la inseguridad puede destruir nuestro destino. Primero, desobedeció al no esperar a Samuel para el sacrificio porque temía perder el apoyo del pueblo (1 Samuel 13:8-14). Segundo, preservó lo mejor del botín de los amalecitas para complacer a sus soldados (1 Samuel 15:24). Tercero, su inseguridad lo llevó a perseguir a David por celos y temor a perder su posición (1 Samuel 18:8-9). Cada acto de desobediencia nació de su necesidad de aprobación humana.
¿Cuántas veces hemos permitido que nuestras inseguridades dirijan nuestras decisiones? Cuando anteponemos la aprobación humana a la divina, comenzamos a caminar por un sendero peligroso. Dios nos llama a ser auténticos y fieles a Su propósito, no a las expectativas de los demás. La búsqueda constante de validación externa es una señal de que hemos perdido el enfoque de nuestra verdadera identidad en Cristo.
La verdadera libertad viene cuando entendemos que la única aprobación que necesitamos es la de Dios. Él nos creó, nos conoce íntimamente y tiene un propósito específico para cada uno de nosotros. Cuando alineamos nuestras decisiones con Su voluntad, encontramos la seguridad que ninguna validación humana puede proporcionar.
🙏Oremos Juntos:
«Padre Celestial, perdóname por las veces que he permitido que mis inseguridades me alejen de tu propósito. Ayúdame a encontrar mi seguridad en Ti y no en la aprobación de los demás. Dame la valentía para seguir Tu voluntad, incluso cuando otros no la entiendan. En el nombre de Jesús, amén.»