Cita bíblica:
Job 33: 14-16: 14 Pues Dios habla una y otra vez,
aunque la gente no lo reconozca.
15 Habla en sueños, en visiones nocturnas,
cuando el sueño profundo cae sobre las personas
mientras están acostadas.
16 Susurra a sus oídos
y las aterroriza con advertencias.
Reflexión:
Cada día nos enfrentamos a decisiones que, como piedras en un río, alteran el curso de nuestra vida. Algunas parecen insignificantes, mientras que otras se alzan como montañas ante nosotros. Sin embargo, cada elección, por pequeña que sea, tiene el poder de crear ondas que se extienden más allá de nuestro presente. En este caminar diario, nuestras decisiones no solo definen quiénes somos, sino que también moldean el legado que dejaremos para las generaciones futuras.
Consideremos la vida de Ruth, una mujer moabita que enfrentó una decisión crucial cuando quedó viuda. Podría haber regresado a su tierra natal, a la seguridad de lo conocido, pero eligió seguir a su suegra Noemí a una tierra extraña, declarando: «Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios». Esta decisión no solo cambió su destino personal, sino que la colocó en la línea genealógica del Rey David y, posteriormente, de Jesucristo. Su elección, basada en la lealtad y la fe, transformó la historia de la salvación.
¿Cuántas veces nos detenemos a considerar el peso de nuestras decisiones diarias? Cada elección que hacemos es como una semilla que plantamos en el jardín de nuestra vida. Algunas florecerán inmediatamente, otras tardarán años en dar fruto. Por eso es crucial buscar la sabiduría divina antes de cada decisión, reconociendo que nuestras elecciones de hoy construyen nuestro mañana.
Las decisiones son el timón que dirige el barco de nuestra vida. Al enfrentarnos a cada encrucijada, recordemos que tenemos un Dios que promete guiarnos con su sabiduría infinita. No estamos solos en este viaje de toma de decisiones; el Espíritu Santo está dispuesto a ser nuestra brújula, mostrándonos el camino de la verdad y la vida.
🙏Oremos Juntos:
Amado Padre Celestial, ayúdanos a aquietar nuestro corazón para escuchar tu voz. Danos discernimiento para reconocerte en medio del ruido del mundo. Enséñanos a vaciarnos de todo aquello que nos impide escucharte claramente. En el nombre de Jesús, amén.