Cita bíblica:
Efesios 6:10-11: «Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.»
Reflexión:
El día de ayer vimos como la intercesión es uno de los actos más nobles del amor cristiano al orar por nuestros hermanos, hoy veremos como al iniciar este camino, debemos reconocer que estamos entrando en un campo de batalla espiritual. Así como un soldado no entraría en combate sin su armadura, nosotros no debemos iniciar nuestra labor intercesora sin la protección divina. Es fundamental entender que, al interceder por otros, nos exponemos a fuerzas espirituales que requieren una preparación previa y una cobertura especial del Señor.
Daniel nos proporciona un poderoso ejemplo de protección espiritual antes de la intercesión. En Daniel 10, cuando él ayunó y oró por su pueblo durante tres semanas, hubo una batalla espiritual intensa. El ángel que le fue enviado fue detenido por el príncipe de Persia, una fuerza espiritual opositora. Sin embargo, Daniel estaba protegido por su constante comunión con Dios y su vida de santidad, lo que le permitió mantenerse firme durante este período de guerra espiritual.
Antes de interceder por otros, debemos seguir estos pasos protectores:
1) Cubrirnos con la sangre de Cristo.
2) Ponernos la armadura espiritual completa (Efesios 6).
3) Declarar Salmo 91 sobre nuestra vida.
4) Pedir discernimiento espiritual.
5) Mantenernos en santidad.
Recuerda que cada persona por la que intercedemos puede estar enfrentando batallas espirituales intensas, y necesitamos estar preparados y protegidos para esta guerra espiritual.
La intercesión es un ministerio poderoso, pero requiere sabiduría y preparación. Como intercesores, somos llamados a ser guerreros espirituales equipados y protegidos. Cuando nos cubrimos con la protección divina, podemos interceder efectivamente sin temor a las represalias del enemigo, sabiendo que estamos seguros en la fortaleza de nuestro Dios.
Oremos Juntos:
«Padre Celestial, te pido que me cubras con tu sangre preciosa antes de interceder por otros. Revísteme con tu armadura completa y dame discernimiento para reconocer las estrategias del enemigo. Que tu protección sea mi escudo y tu presencia mi fortaleza. En el nombre de Jesús, amén.»