Cita bíblica:
Proverbios 13:4: El alma del perezoso desea y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada”
Reflexión:
La pereza es un enemigo silencioso que no solo afecta nuestro progreso personal, sino que también deshonra el propósito que Dios tiene para nuestras vidas. En primer lugar, debemos entender que Dios nos creó para ser productivos y fructíferos. Por lo tanto, cuando caemos en la pereza, estamos contradiciendo nuestra naturaleza divina y desperdiciando los talentos que Él nos ha dado. Además, la pereza no solo afecta nuestra productividad, sino que también impacta negativamente nuestra relación con Dios.
El apóstol Pablo es un ejemplo extraordinario de diligencia en el Nuevo Testamento. A pesar de enfrentar persecuciones, naufragios y prisiones, nunca dejó de trabajar arduamente por el evangelio. En 2 Corintios 11:23-28, Pablo describe su incansable labor: predicando, estableciendo iglesias y escribiendo epístolas. Incluso mientras estaba en prisión, aprovechaba cada momento para ministrar a otros y glorificar a Dios. Su vida demuestra que la diligencia no solo trae prosperidad material, sino también espiritual.
La prosperidad que Dios desea para nosotros va más allá de lo material. Cuando somos diligentes, honramos a Dios y nos convertimos en testimonios vivos de Su gracia. La pereza no solo nos roba oportunidades, sino que también opaca nuestro testimonio cristiano. ¿De qué sirve proclamar la grandeza de Dios si nuestras acciones reflejan mediocridad?
Amados hermanos, la diligencia es una expresión de nuestra fe y amor por Dios. Cuando trabajamos con excelencia, estamos adorando a Dios con nuestras acciones. No permitas que la pereza te robe las bendiciones que Dios tiene preparadas para ti. Recuerda que cada día es una oportunidad para glorificar a Dios con tu esfuerzo y dedicación.
Oración
Padre Celestial, perdóname por los momentos en que he sido perezoso. Dame la fortaleza para ser diligente en todo lo que hago, sabiendo que trabajo para Ti. Ayúdame a honrarte con mi esfuerzo y dedicación. En el nombre de Jesús, amén.