Cita bíblica:
Lucas 11:24-26 24 »Cuando un espíritu maligno[a] sale de una persona, va al desierto en busca de descanso, pero como no lo encuentra, dice: “Volveré a la persona de la cual salí”. 25 De modo que regresa y encuentra que su antigua casa está barrida y en orden. 26 Entonces el espíritu busca a otros siete espíritus más malignos que él, y todos entran en la persona y viven allí. Y entonces esa persona queda peor que antes».
Reflexión:
La parábola de Jesús sobre el espíritu inmundo nos enseña una profunda verdad espiritual: donde hay desorden y suciedad, los demonios encuentran refugio. Así como las plagas son atraídas por la basura, los espíritus malignos buscan morada en corazones descuidados. Esta advertencia nos insta a mantener una vigilancia constante sobre nuestras vidas, asegurándonos de que nuestros «hogares espirituales» estén limpios y ordenados, llenos del Espíritu Santo y no de inmundicia.
La historia del rey Saúl ilustra vívidamente esta verdad. Inicialmente ungido por Dios, Saúl permitió que la envidia, el orgullo y la desobediencia se acumularan en su corazón. Esta «basura espiritual» abrió la puerta a influencias demoníacas, culminando en episodios de tormento y comportamiento errático. Lo que comenzó como pequeñas concesiones al pecado terminó en una vida atormentada, demostrando cómo la negligencia espiritual puede tener consecuencias devastadoras.
Reflexionemos: ¿Qué «basura» estamos permitiendo en nuestras vidas que pueda atraer influencias negativas? Así como limpiamos nuestros hogares para evitar plagas, debemos examinar nuestros corazones, identificando y eliminando actitudes, hábitos o pensamientos que puedan dar lugar a la opresión espiritual. La confesión, el arrepentimiento y la sumisión a Dios son nuestras herramientas de limpieza.
En conclusión, mantener la limpieza espiritual es una tarea diaria y vital. No basta con expulsar lo malo; debemos llenar nuestras vidas con la presencia de Dios, Su Palabra y acciones que honren Su nombre. Solo así podremos cerrar las puertas al enemigo y vivir en la libertad y la plenitud que Cristo nos ofrece. Que nuestra vigilancia sea constante y nuestro compromiso con la santidad inquebrantable.
Oración:
Padre Celestial, te pedimos sabiduría para discernir y valor para eliminar todo aquello que pueda dar lugar al enemigo en nuestras vidas. Llénanos de Tu Espíritu Santo, purifica nuestros corazones y fortalécenos para vivir en santidad. En el nombre de Jesús, amén.