Cita bíblica:
Deuteronomio 3:22 No tengas miedo de esas naciones por que el señor tu Dios peleara con ustedes.
Reflexión:
¿Por qué temer si el Señor es tu defensor? A lo largo de la historia, Dios ha mostrado su poder y fidelidad a su pueblo, recordándoles que no deben temer a las naciones que los rodean. En Deuteronomio 3:22, Dios les asegura a los israelitas que Él peleará por ellos. Así como ellos fueron llamados a confiar en Dios, también nosotros debemos recordar que nuestras batallas no son nuestras, sino del Señor. Confiar en su poder nos libera del miedo.
En la historia de Israel, cada vez que confiaron en Dios, Él les dio la victoria. Recordemos la batalla de Jericó: las murallas no cayeron por la fuerza del ejército, sino por la obediencia y la fe del pueblo en Dios. Cuando el pueblo rodeó la ciudad, siguiendo las instrucciones divinas, las murallas se desplomaron, y la victoria fue de Israel. Este es solo un ejemplo de cómo, al confiar en Dios y obedecer sus mandatos, el pueblo recibió la victoria. Así, cada batalla que enfrentamos puede ser ganada si confiamos en Él.
¿Sabías que la frase «no temas» aparece 365 veces en la Biblia? Es asombroso pensar que Dios nos recuerda cada día del año que no debemos temer. No es casualidad que esta frase esté tan repetida; es un recordatorio diario de que Dios está con nosotros en cada paso que damos. Si tenemos a Dios, ¿por qué debemos temer? Supera todos los temores en tu vida sabiendo que Dios te dice: «No tengas miedo, yo estoy contigo». Lo único que debes hacer es seguirle y confiar en Él.
La presencia de Dios en nuestras vidas nos asegura que no estamos solos en nuestras batallas. Él es nuestro defensor, nuestro escudo y nuestra fortaleza. Enfrentemos cada día con la certeza de que el Señor pelea por nosotros, y que no hay razón para temer. Recordemos siempre que, al confiar en Dios, las victorias serán nuestras, no por nuestra fuerza, sino por su poder.
Oración
Señor, gracias por ser mi defensor y mi guía. Ayúdame a confiar en Ti en cada batalla que enfrento, recordando que no tengo que temer, porque Tú estás conmigo. Fortalece mi fe y permíteme descansar en tu promesa de que peleas por mí. En el nombre de Jesús, amén.