Cita bíblica:
«Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra.» – Santiago 1:6 (NVI)
Reflexión:
La duda, como una sombra silenciosa, amenaza con oscurecer la luminosa claridad de nuestra fe. La Escritura en Santiago 1:6 nos advierte con palabras sabias sobre los peligros inherentes a la duda, comparándonos con las olas del mar, impulsadas sin rumbo fijo por los vientos cambiantes. Al reflexionar sobre esta poderosa metáfora, comprendemos que al permitir que la duda eche raíces en nuestro corazón, perdemos la firmeza y estabilidad que provienen de una fe inquebrantable en Dios, nuestro refugio y fortaleza.
Recordemos la historia de Pedro, quien, en un acto de fe valiente, caminó sobre las aguas hacia Jesús. Mientras mantenía sus ojos fijos en el Salvador, desafiaba las leyes de la naturaleza. Pero, en el momento en que permitió que la duda se infiltrara en su mente, comenzó a hundirse (Mateo 14:28-31). Esta narrativa no solo es un relato de un milagro, sino una enseñanza profunda sobre la necesidad de mantener una fe constante y sin vacilaciones para experimentar el poder y la presencia divina en nuestras vidas.
La oración es nuestra arma más poderosa contra la duda. En esos momentos de incertidumbre, cuando las olas del miedo y la inseguridad amenazan con arrastrarnos, debemos acudir a Dios con una fe inquebrantable, reconociendo Su soberanía y confiando en Su inmutable verdad. Que nuestras oraciones sean un reflejo de una confianza profunda y sincera en la fidelidad de Dios, superando cualquier duda que intente perturbar nuestra paz y nuestro espíritu.
Al final del día, la duda destruye, pero la verdad construye. Que esta reflexión sea una inspiración constante para edificar nuestras vidas sobre la roca firme de la Palabra de Dios, permitiendo que una fe sólida y firme sea el cimiento sobre el cual basamos nuestras oraciones y acciones diarias. En momentos de turbulencia y duda, recordemos siempre que Dios es nuestra ancla segura, nuestra guía y nuestra esperanza eterna.