Cita bíblica:
Gálatas 2:20 «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.»
Reflexión:
En el ajetreo de la vida cotidiana, a menudo nos encontramos buscando nuestra identidad en muchas cosas: logros, relaciones, posesiones materiales. Sin embargo, la verdadera identidad se encuentra en Cristo. Esta identidad en Cristo se basa en la obra redentora de Jesús en la cruz. Como nos dice la cita de Gálatas, cuando decidimos seguir a Cristo, nuestra vieja identidad se crucifica, y una nueva identidad surge en Él. Ya no somos definidos por nuestros errores pasados, nuestras debilidades o nuestros logros personales. En su lugar, somos definidos por nuestra relación con Cristo.
Es crucial recordar que nuestra identidad en Cristo es independiente de las circunstancias. No depende de si estamos pasando por un buen momento o enfrentando desafíos. Permanece constante. Somos amados y aceptados por Dios a través de Jesús. Un claro ejemplo de este cambio de identidad se encuentra en la vida del apóstol Pablo. Antes de su encuentro con Cristo, era conocido como Saulo y perseguía a los seguidores de Jesús. Sin embargo, después de su encuentro en el camino a Damasco, se convirtió en el apóstol Pablo y pasó a ser uno de los más grandes defensores del evangelio.
Descubrir nuestra identidad en Cristo es un proceso continuo. Requiere que confiemos en lo que Dios dice acerca de nosotros en Su Palabra y que vivamos de acuerdo con esa verdad. Esta identidad nos proporciona un sentido de propósito y dirección en la vida. Nuestra vida ya no se centra en buscar aprobación o validación de otros, sino en vivir en respuesta a lo que Cristo ha hecho por nosotros. Cuando entendemos quiénes somos en Él, estamos capacitados para vivir vidas significativas y para compartir el amor de Cristo con el mundo que nos rodea.
Nuestra identidad en Cristo transforma nuestra perspectiva y nos da un propósito eterno. Al recordar que somos amados incondicionalmente y aceptados por Dios, podemos dejar de buscar la aprobación del mundo y enfocarnos en vivir de acuerdo con Su voluntad. Este conocimiento nos da una base firme, una roca sobre la cual podemos construir nuestra vida, sin importar las tormentas que enfrentemos. Es un llamado a confiar plenamente en la obra de Cristo, sabiendo que nuestra verdadera identidad y valor provienen de Él.
Oración
Amado Padre Celestial, te agradecemos por darnos una identidad en Cristo. Ayúdanos a comprender quiénes somos en Él y a vivir de acuerdo con esa verdad. Que podamos reflejar la luz de Cristo en todo lo que hacemos. En el nombre de Jesús oramos, Amén.