Cita bíblica:
«2 Corintios 4:6-9 Porque Dios, que dijo: «Resplandezca la luz en las tinieblas», hizo brillar su luz en nuestros corazones y nos ha hecho comprender que es el resplandor de su gloria lo que brilla en el rostro de Cristo. Pero este precioso tesoro lo guardamos en una vasija de barro. Es así para que sea obvio que este glorioso poder viene de Dios y no de nosotros. Estamos acosados por problemas, pero no estamos vencidos. Enfrentamos grandes dificultades, pero no nos desesperamos. Nos persiguen, pero Dios no nos abandona nunca. Nos derriban, pero no nos pueden destruir.
Reflexión:
Nuestra revolución es por Jesús. En 2 Corintios 4:6-9, Pablo nos recuerda que Dios hizo brillar su luz en nuestros corazones para que comprendamos el resplandor de su gloria en Cristo. Aunque llevamos este precioso tesoro en frágiles vasijas de barro, el poder glorioso viene de Dios. Estamos acosados por problemas, pero no vencidos; enfrentamos dificultades, pero no nos desesperamos. Nos persiguen, pero Dios nunca nos abandona. Nos derriban, pero no nos destruyen. Esta luz en nuestras vidas debe ser nuestra revolución diaria.
Un claro ejemplo de esta revolución de luz se encuentra en la vida de los discípulos de Jesús. Dondequiera que iban, llevaban luz a esos lugares. Sanaban enfermos, echaban fuera demonios, oraban por los demás, profetizaban y predicaban el nombre de Jesús. A través de sus acciones, las personas eran transformadas y experimentaban el poder de Dios. La presencia de los discípulos traía cambios tangibles y espirituales, demostrando que la luz de Cristo en sus corazones era una verdadera revolución que vencía la oscuridad.
En un mundo donde la oscuridad parece apoderarse de muchos, debemos ser esa revolución que lleve luz y venza el mal con el bien. Es crucial que, como seguidores de Cristo, reflejemos su luz en cada acción. Podemos hacerlo mostrando amor y compasión, ayudando a los necesitados, predicando el Evangelio y orando por los demás. Al hacerlo, llevamos la luz de Cristo a los rincones más oscuros del mundo, cumpliendo nuestra misión de ser una revolución de amor y esperanza.
En conclusión, nuestra revolución es por Jesús y está impulsada por la luz que Dios ha puesto en nuestros corazones. Aunque enfrentemos problemas y dificultades, la luz de Cristo nos da la fuerza para no desesperarnos ni ser destruidos. Sigamos el ejemplo de los discípulos, llevando la luz de Cristo a dondequiera que vayamos y transformando vidas con su amor y poder. Al hacerlo, seremos verdaderos revolucionarios del Reino de Dios, venciendo la oscuridad con la luz de Jesús.
Oración
Señor, te damos gracias por la luz de Cristo que has puesto en nuestros corazones. Ayúdanos a ser una revolución de tu amor y verdad en un mundo lleno de oscuridad. Danos la fuerza para enfrentar los desafíos con fe y esperanza, sabiendo que nunca nos abandonas. Que nuestras vidas reflejen siempre tu gloria y poder. En el nombre de Jesús, amén.
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