Cita bíblica:
15 Los cobradores de impuestos y otros pecadores de mala fama a menudo venían a escuchar las enseñanzas de Jesús. 2 Por eso los fariseos y los maestros de la ley religiosa se quejaban de que Jesús se juntaba con semejantes pecadores, ¡y hasta comía con ellos!
3 Entonces Jesús les contó la siguiente historia: 4 «Si un hombre tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, ¿qué hará? ¿No dejará las otras noventa y nueve en el desierto y saldrá a buscar la perdida hasta que la encuentre? 5 Y, cuando la encuentre, la cargará con alegría en sus hombros y la llevará a su casa. 6 Cuando llegue, llamará a sus amigos y vecinos y les dirá: “Alégrense conmigo porque encontré mi oveja perdida”. 7 De la misma manera, ¡hay más alegría en el cielo por un pecador perdido que se arrepiente y regresa a Dios que por noventa y nueve justos que no se extraviaron!
Reflexión:
En la parábola de la oveja extraviada, Jesús nos muestra el inmenso valor que cada alma tiene para Dios. La historia comienza con los fariseos y los escribas murmurando porque Jesús acogía a pecadores y compartía con ellos. En respuesta, Jesús les contó tres parábolas: la de la oveja extraviada, la de la moneda perdida y la del hijo pródigo, todas resaltando la alegría del cielo por un pecador que se arrepiente.
Imagina al pastor que deja las noventa y nueve ovejas en el campo y va en busca de la que se perdió. Esta acción, en apariencia imprudente, nos revela la profunda preocupación y amor de Dios por cada uno de nosotros. Dios no se conforma con las masas, sino que busca individualmente a cada alma perdida, sin importar cuán lejos haya caído.
La parábola nos enseña que Dios no se contenta con los éxitos numéricos o las apariencias externas, sino que valora cada alma de manera individual. La alegría del pastor al encontrar la oveja extraviada refleja la alegría del cielo cuando un pecador se arrepiente. Esta historia resalta el amor incondicional de Dios y Su deseo de restauración para aquellos que se han alejado de Él.
La oveja extraviada representa a aquellos que se han perdido en el pecado y la oscuridad, alejándose del rebaño y del pastor. Pero la búsqueda del pastor nos recuerda que, aunque nos hayamos extraviado, Dios nunca deja de buscarnos. Él está dispuesto a dejar todo para encontrar y restaurar a aquellos que se han perdido.
Nuestra respuesta a esta revelación del amor de Dios debería ser gratitud y asombro. Debemos reconocer nuestra propia condición de ovejas perdidas y valorar el sacrificio que Dios hizo para encontrarnos y restaurarnos. Al entender el inmenso amor de Dios por nosotros, debemos sentirnos impulsados a compartir ese amor con los demás y a buscar a aquellos que aún están perdidos.
En resumen, la parábola de la oveja extraviada nos recuerda que cada alma es preciosa para Dios. Nos anima a apreciar el valor que Dios nos otorga y a buscar a aquellos que aún están perdidos. En medio de nuestras propias debilidades y luchas, podemos confiar en el amor inquebrantable de Dios que nos busca, nos encuentra y nos restaura a Su rebaño.
Oración:
Padre celestial, te agradecemos por tu amor incondicional y tu incesante búsqueda de nuestras almas extraviadas. Ayúdanos a valorar el inmenso sacrificio que hiciste por nosotros y a seguir tu ejemplo, buscando a aquellos que aún están perdidos. Que podamos reflejar tu amor y gracia en todo lo que hacemos, guiados por tu Espíritu Santo. Amén.
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