Cita bíblica:
“ Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. 2 Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. ” (Deuteronomio 28:1-2).
Reflexión:
Escuchar la voz de Dios es más que un acto físico; es abrir el corazón para recibir la sabiduría divina. El versículo en Deuteronomio 28:1-2 nos revela el vínculo entre la obediencia y las bendiciones. Al sintonizar nuestra atención con la voz de Jehová, trascendemos la mera audición y nos sumergimos en la comprensión y aplicación de Sus mandamientos.
El acto de escuchar implica receptividad, disposición y atención. Cuando afinamos nuestros oídos espirituales a la guía de Dios, abrazamos la promesa de exaltación sobre todas las naciones. Este no es un acto aislado, sino un compromiso continuo de guardar y poner en práctica Sus mandamientos.
Un ejemplo bíblico en el que un personaje escucha la voz de Dios es el relato de Samuel en el Antiguo Testamento. En 1 Samuel 3, se narra cómo Samuel, siendo aún un niño, escuchó la voz de Dios mientras estaba acostado en el templo. Después de varias llamadas, Samuel respondió: «Habla, que tu siervo oye». Dios le reveló mensajes importantes a Samuel, marcando así el comienzo de su papel como profeta. Este episodio destaca la importancia de estar atentos y receptivos a la voz de Dios en nuestras vidas.
Las bendiciones descritas son como suaves lluvias que caen sobre el alma obediente. Nos envuelven, nos alcanzan, y lo hacen de manera plena cuando nuestra voluntad se alinea con la divina. Escuchar la voz de Dios no solo es oír palabras, sino obedecer con reverencia y amor, construyendo así un camino de bendición que nos guiará hacia la plenitud de Su propósito. Que nuestros oídos espirituales estén siempre atentos, ansiosos por recibir la guía del Señor, y así experimentar las abundantes bendiciones que Él tiene reservadas para aquellos que le escuchan y obedecen.
Oración:
Amado Dios, gracias por hablar con nosotros y guiarnos en nuestro camino. Ayúdanos a escuchar tu voz y a distinguirla de las voces del mundo. Permítenos ser obedientes a tus mandatos, incluso cuando no sea fácil. Ayúdanos a confiar en que tu voluntad es perfecta y que nos guías siempre hacia lo mejor. En el nombre de Jesús, Amén.
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