Cita bíblica:
Juan 8:34 (RV60) «Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.»
Reflexión:
En estas palabras de Jesús, encontramos una verdad impactante: el pecado nos esclaviza. Nos ata con cadenas invisibles, limitando nuestra libertad y separándonos del propósito divino. Pero, ¡qué gozo saber que la historia no termina aquí! La cruz de Cristo se levanta como un faro de redención, donde la deuda de nuestro pecado fue pagada con la sangre del Cordero. La esclavitud del pecado fue reemplazada por la libertad en Cristo.
El sacrificio en la cruz no solo canceló nuestra deuda, sino que también nos otorgó el pasaporte a una vida de libertad en Él. Ya no somos esclavos del pecado; somos hijos liberados por la gracia. La cruz nos recuerda que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia de Dios. Ahora, nuestra lealtad yace en Aquel que nos rescató, y en esa rendición voluntaria encontramos la auténtica libertad.