Cita bíblica:
«Y murió el rico, y fue sepultado, y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.» – Lucas 16:22-23 (RVR1960)
Reflexión:
La muerte es un hecho inevitable que todos enfrentamos en algún momento de nuestras vidas. A menudo, evitamos hablar de ella o pensar en su llegada, pero es una realidad que no podemos eludir. ¿Cómo debemos enfrentar la certeza de nuestra propia mortalidad y cómo podemos vivir de manera significativa en este contexto?
La parábola del rico y Lázaro, narrada por Jesús en Lucas 16, ofrece una lección poderosa. El rico vivía una vida lujosa y se centraba en sus propios placeres, mientras Lázaro, un mendigo, yacía afuera de su casa, deseando saciar su hambre con las migajas que caían de la mesa del rico. Cuando ambos murieron, sus destinos fueron radicalmente opuestos. El rico experimentó tormento en el Hades, mientras Lázaro fue consolado en el seno de Abraham.
Esta parábola nos recuerda que nuestras acciones en esta vida tienen consecuencias eternas. Más allá de la muerte, enfrentamos una realidad espiritual que determina nuestro destino eterno. La rectitud, la compasión y la generosidad son valores que Dios valora profundamente. El rico no entró al reino de los cielos no por su riqueza, sino por su falta de misericordia hacia los necesitados.
El rico en esta parábola no reconoció las necesidades de Lázaro, incluso cuando estaban justo afuera de su puerta. Este ejemplo nos insta a prestar atención a quienes nos rodean, a cuidar de los menos afortunados y a vivir con compasión y generosidad. Recordemos que nuestras acciones terrenales son un testimonio de nuestra fe y afectan nuestro destino eterno.
Conclusión:
La muerte es un recordatorio de la brevedad de la vida terrenal y la importancia de vivirla con rectitud y compasión. Dejemos un legado que refleje los valores del Reino de Dios: amor, generosidad y misericordia hacia los demás. Vivamos con la certeza de que nuestra vida eterna depende de cómo vivimos aquí y ahora.
Oración:
Padre Celestial, ayúdanos a vivir con rectitud y a ser conscientes de las necesidades de los demás. Permítenos dejar un legado que honre Tu nombre y refleje Tu amor en el mundo. Concédenos la sabiduría para vivir cada día con un propósito eterno en mente. Amén.
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