Cita bíblica:
«Pero según su promesa, esperamos cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.» – 2 Pedro 3:13
Reflexión
Como hijos de Dios, anhelamos una eternidad en Su presencia. Nuestros corazones están llenos de esperanza y expectativa al imaginar un futuro donde estaremos completamente unidos con nuestro Padre celestial. Dios ha prometido cielos nuevos y tierra nueva, donde reinará la justicia y viviremos en plena comunión con Él.
En este mundo terrenal, a menudo nos enfrentamos a pruebas y dificultades. Sin embargo, cuando miramos más allá de las circunstancias actuales, encontramos consuelo y fortaleza en la promesa de una eternidad con Dios. En Su presencia, no habrá más dolor, llanto ni aflicción, sino que experimentaremos gozo y paz eternos.
Nuestro anhelo de una eternidad con Dios también debe motivarnos a vivir vidas santas y llenas de propósito en el presente. Cada día, tenemos la oportunidad de crecer en nuestro amor y devoción hacia Él, y de compartir Su amor con los demás. Nuestro enfoque debe estar en vivir en la luz de Su verdad y prepararnos para el glorioso futuro que nos espera.
Imagina que estás planeando un viaje muy esperado. A medida que se acerca la fecha, tu emoción y anticipación crecen. Comienzas a hacer preparativos, investigas sobre el destino y sueñas con las experiencias que tendrás allí. En tu vida diaria, cada acción está impregnada de esa emoción y expectativa.
De manera similar, nuestra perspectiva de una eternidad con Dios debería afectar cada aspecto de nuestras vidas. Al igual que en el ejemplo anterior, nuestra emoción y anticipación deben impregnar nuestras acciones diarias y nuestras interacciones con los demás. Debemos vivir con un sentido de propósito y dedicación a Dios, sabiendo que nuestra vida actual es solo el comienzo de algo mucho más grande y eterno.