Cita bíblica:
«Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré» Juan 20:25.
Reflexión:
El apóstol Tomás es conocido por su incredulidad después de la resurrección de Jesús. A pesar de que sus compañeros de discipulado le dijeron que habían visto al Señor resucitado, Tomás se negó a creer hasta que vio por sí mismo las marcas de los clavos en las manos de Jesús y metió su mano en su costado.
Sin embargo, la misericordia de Jesús fue más grande que la incredulidad de Tomás. En lugar de reprenderlo o castigarlo, Jesús se le apareció nuevamente y le ofreció la evidencia que necesitaba para creer. Cuando Tomás vio las marcas en las manos de Jesús y tocó su costado, exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!»
En este miércoles de Pascua, recordemos que la misericordia de Jesús es infinita. No importa cuán grande sea nuestra incredulidad, Él está dispuesto a revelarse a nosotros y ofrecernos la evidencia que necesitamos para creer. Como Tomás, podemos tener la seguridad de que Jesús es el Señor y el Dios de nuestras vidas.
Pero también debemos recordar que la fe no se trata solo de ver para creer. La fe verdadera implica confiar en la Palabra de Dios y creer en lo que no podemos ver. En la misma conversación con Tomás, Jesús dijo: «Porque me has visto, has creído; bienaventurados los que no vieron, y sin embargo creyeron» (Juan 20:29). La fe verdadera es creer en Jesús aunque no podamos verlo físicamente.
En este miércoles de Pascua, pidámosle al Señor que fortalezca nuestra fe y nos ayude a confiar en Él, incluso en medio de nuestras dudas e incredulidad. Que podamos seguir creyendo en Su Palabra y en Su obra redentora, y que podamos encontrar en Él la paz y la seguridad que solo Él puede ofrecer.
Oración:
Querido Señor, en este miércoles de Pascua, te pedimos que fortalezcas nuestra fe y nos ayudes a confiar en Ti. Perdona nuestra incredulidad y nuestras dudas, y ayúdanos a creer en Tu Palabra y en Tu obra redentora. Gracias por Tu misericordia y Tu gracia, que son más grandes que nuestras debilidades. En el nombre de Jesús, amén.
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